Verso, unidad mínima de análisis en un poema. Desde el punto de vista etimológico, versus alude al camino de ida y vuelta que realizan los bueyes que tiran del arado. Verso equivale a surco, mientras que prorsus —de donde deriva la palabra prosa— designa un camino que siempre avanza, sin regreso. El verso puede estar formado por una palabra o varias y siempre tiene un ritmo y cadencia que lo caracteriza. Este ritmo se consigue mediante una combinación de sílabas tónicas o átonas que asegure una regularidad acentual, rasgo que marca la diferencia fundamental de la prosa con respecto a la poesía.
Ejemplos de verso
PRIMERAMENTE (Paul Éluard)
I
En voz alta
Se elevó el amor ligero
Con tan brillante esplendor
Que en su desván la cabeza
Tuvo miedo a confesar todo.
En voz alta
Cubrieron los cuervos de la sangre
La memoria de otros nacimientos
Después derramados en la luz
Futuro pulverizado de besos.
Imposible injusticia sólo un ser existe en el mundo
El amor elige al amor sin cambiar de rostro.
II
Sus ojos son contornos de luz
Bajo la osadía de su desnudez.
A flor de transparencia
Los cambios de pensamiento
Anulan las apagadas palabras.
Ella eclipsa todas las imágenes
Deslumbra al amor y sus sombras rebeldes
Ama – ama para olvidarse.
III
Los todopoderosos representantes del deseo
De los graves ojos recién nacidos
Para suprimir la luz
El arco de tus senos tendido por un ciego
Que se acuerda de tus manos
Tu suave cabellera
Son en el río ignorante de tu cabeza
Caricias al filo de la piel.
Y tu boca que enmudece
Puede probar lo imposible.
IV
Te lo he dicho para las nubes
Te lo he dicho para el árbol del mar
Para cada ola para los pájaros entre las hojas
Para los guijarros del ruido
Para las manos familiares
Para la mirada que se hace rostro o paisaje
Y a quien el sueño devuelve el cielo de su color
Para la noche entera bebida
Para la verja de los caminos
Para la ventana abierta para una frente descubierta
Te lo he dicho para tus pensamientos para tus palabras
Toda caricia toda confianza se sobreviven.
V
Más era un beso
Menos las manos en los ojos
El halo de la luz
En los labios del horizonte
Y unos remolinos de sangre
Que se entregaban al silencio.
VI
Tú sola y oigo la hierba de tu risa
Tú la cabeza que te conduce
Y desde los peligros de la muerte
Sobre los brumosos globos de la lluvia de los valles
Bajo la densa luz bajo el cielo de la tierra
Engendras la caída.
Los pájaros ya no son un refugio suficiente
Ni la pereza ni el cansancio
El recuerdo de los débiles arroyos y los bosques
En la mañana de los caprichos
En la mañana de las caricias visibles
En la aurora de la ausencia y la caída
Las barcas de tus ojos se pierden
En el encaje de las desapariciones
El abismo se ha revelado otros han de apagarlo
Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche.
VII
La tierra es azul como una naranja
No es ningún error las palabras no mienten
No te obligan a cantar
Y en vez de oírse unos besos
Unos insensatos amores
Su boca de alianza
Tiene todos los secretos todas las sonrisas
Y tan indulgentes vestidos
Que se le creería del todo desnuda.
Las avispas florecen de verde
El alba se coloca en torno al cuello
Un collar de ventanas
Y unas alas envuelven a las hojas
Tú tienes toda la alegría solar
Todo el sol de la tierra
Sobre los caminos de tu belleza.
Todo está roto por la palabra más débil
Sombra de idea, idea de la muerte feliz
El pan se cambia en migas y el fuego en agua tibia
Y la sangre en sonrisa y el rayo en una lágrima
El plomo bajo el oro pesa en nuestras victorias
No hemos sembrado nada que no esté devastado
Por el medido pico de las delicias íntimas
Las alas vuelven para hacer al pájaro.
LOS LÍMITES DE LA DESDICHA (Paul Éluard)
Mis ojos de pronto horriblemente
Ya no ven más allá de mí
Hago gestos en el vacío
Soy ciego de nacimiento
Testigo de su única noche
La vida de pronto horriblemente
Ya no está a la medida del tiempo
Mi desierto rompe el espacio
El desierto podrido y lívido
De mi muerte que envidio
Tengo en mi cuerpo vivo las ruinas del amor
Mi muerte en su vestido con el cuello sangriento.
SI TAN SOLO YACIERAS MUERTA Y FRÍA (William Butler Yeats)
Si tan sólo yacieras muerta y fría
Y las luces del oeste se apagaran,
Vendrías aquí e inclinarías tu cabeza,
Y yo reposaría la frente sobre tu pecho
Y tú susurrarías palabras de ternura
Perdonándome, pues ya estás muerta:
No te alzarías ni partirías presurosa,
Aunque tengas voluntad de pájaro errante,
Más tú sabes que tu pelo está prisionero
En torno al sol, la luna y las estrellas;
Quisiera, amada, que yacieras
En la tierra, bajo hojas de bardana,
Mientras las estrellas, una a una, se apagan.
AHORA QUE ESTAMOS CASI ESTABLECIDOS EN NUESTRA CASA (William Butler Yeats)
Ahora que estamos casi establecidos en nuestra casa,
Nombraré a esos amigos que ya no pueden cenar con nosotros
Junto al fuego de turba en la antigua torre,
Y habiendo charlado hasta muy tarde
Subir al dormitorio por la angosta escalera de caracol;
Descubridores de la olvidad verdad
O simples compañeros de mi juventud,
Todos han muerto y esta noche están en mi pensamiento.
(…)
Ellos fueron mis compañeros íntimos muchos años,
Como si formaran parte de mi vida y mi mente,
Y sin embargo ahora sus rostros sin vida parecen contemplarnos
Desde el viejo grabado de algún libro; Estoy acostumbrado a su falta de vida.
(…)
CUANDO ESTÉS VIEJA Y CANSADA Y VENCIDA POR EL SUEÑO (William Butler Yeats)
Cuando estés vieja y cansada, y vencida por el sueño,
Y dormitando junto al fuego, tomes este papel,
Y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza
Que tus ojos tuvieron antaño, y también con sus sombras profundas.
Cuántos amaron tus momentos de alegre dulzura,
Y amaron tu belleza con amor sincero o falso,
Pero sólo un hombre amó en tí tu alma peregrina
Y también las tristezas de tu rostro cambiante.
Y cuando, inclinada junto a las barras candentes,
Murmures, con cierta tristeza, cómo el Amor huyó
Y escapó allí arriba por los montes,
Y escondió su rostro entre un tropel de estrellas.